miércoles, 1 de agosto de 2012

Violencia Simbólica en las Series de Moda

Resulta fácilmente detectable la gran cantidad de estereotipos sexistas que los medios de comunicación reproducen en la parrilla televisiva y, aunque la industria cinematográfica haya cedido en gran parte el protagonismo al campo publicitario en el desarrollo de los ideales estéticos, la pequeña/gran pantalla y las series de televisión de gran audiencia ocupan un puesto relevante en la actualidad.
Tan solo hay que investigar en términos de índices de audiencia el éxito que tienen algunas series que reúnen todos los estereotipos que en un segundo se puedan ocurrir. Así por ejemplo, la serie de televisión estadounidense Desesperated Housewife (traducido al castellano como "mujeres desesperadas" tiene un índice de audiencia de 41 millones de personas y en 2005 fue la serie de televisión más vista en todo el mundo.

Los índices de audiencia resultan de la ambición empresarial del campo de la televisión y, en definitiva, de la supeditación de este campo al campo económico (Bourdieu, 1997). La pregunta es, ¿por qué vende (o hace audiencia una serie de televisión donde se muestra una realidad cotidiana que ni por asomo se parece a la mayoría de las vidas  de las mujeres occidentales a las que pretender reflejar? ¿Evasión, idealización de modelos tipo de mujer, entretenimiento...?
Como es tendencia, y en ellas hay tendencias, resulta indispensable su análisis para comprender las incoherencias de nuestra sociedad. Y al decir tendencias es que, la estética, la moda y el cuerpo van de la mano en la clave del éxito televisivo y, sobre todo, el amor romántico. Así por ejemplo. otra serie que marcó la década de los '90 (hablando en índices de audiencia y psico-socialmente) y cuya incidencia continúa estando en voga, Sex in the City (traducido al castellano como Sexo en Nueva York) se autodefine como "una serie que aborda el papel de la mujer en la sociedad". Pero...¿qué mujer?
Una mujer neoyorkina, de unos treinta y tantos años, con éxito profesional (en profesiones determinadas: abogadas, escritoras, relaciones públicas...), estética de pasarela y un gusto que se determina como "exquisito" por marcas como Channel, Valentino, etc. Es decir, los ideales estéticos a los que las sociedades occidentales contemporáneas caminan, de la élite hacia las masas.

El estereotipo de "la mujer normal"

En el caso de la serie de televisión Desesperated Housewife, muchas de las horas ocupadas por la retransmisión de la serie han sido dedicadas a definir a la mujer, sus roles, sus gustos...En una ocasión podemos ver cómo se define a "la mujer normal": la cual la encarna una chica joven, de clase alta y ama de casa, cuyas aspiraciones nacen en la cocina mientras complacientemente sirve a los intereses del marido. Y precisamente, esta mujer normal que se empeñan por definirnos las series no representa a la mayoría de nosotras y, es más, supone una violencia simbólica sobre los avances conseguidos y sobre aquellas que, presas del patriarcado, normalizan e interiorizan su situación, definiendola en función de los significados dominantes.

El poder del campo de la moda en el entramado de dominación simbólica

Otro ejemplo práctica para lo que estamos analizando es la serie Gossip Girl, otra serie de gran éxito entre adolescentes y jóvenes, que narra las historias de clase alta de Manhattan, con la moda como telón de fondo.
Afirmar la posición de poder del campo de la moda viene de afirmar el poder del campo televisivo en el que se reproduce y, a su vez, del campo económico que lo hace posible. En este despliegue de relaciones de poder y posesiones de capital, es precio reconocer lo que supone la publicidad de grandes firmas de la moda en su constante aparición en la serie, bandas sonoras de moda del momento, publicidad de lujosos hoteles como el hotel Palace y, en general, todo el mercado que produce e introduce las prácticas de la clase alta, así como sus estrategias de acumulación de capital posteriormente en el mercado de masas.
Esta exposición explícita de poder y elitismo, a través de la moda hacia las masas, pone de manifiesto la existencia de mecanismos de invasión estética de las clases altas hacia las masas, con un eje central, la mujer.
¿Cómo visten las mujeres? No existe diversidad estética, ni ideologías tras éstas; tan solo existe la distinción que otorga el capital plasmado en la firma del atuendo mostrado. Está claro que se trazan las modas, los estilismos, los lenguajes corporales...dominantes.
En esta serie, además, se refleja perfectamente lo que es y lo que no es moda y lo que ocurre cuando tu camino, sea por pertenecer a clases sociales menos favorecidas sea por ideología, no coincide con esta visión de la moda.


 ¿Y qué pasa sino somos así?

Pasa que aparecen las etiquetas, las discriminaciones, las burlas, los desconciertos...Pero también pasa la diferencia, la diversidad, la riqueza, la crítica constructiva.

En conclusión, a partir de una definición de moda como reflejo de la fragmentación e incoherencia de las sociedades actuales las cuales, ante las incertidumbres de nuestro tiempo toman como punto de referencia el consenso al que llegan los medios, es importante incidir en la interpretación de los mensajes que las estructuras de poder del campo económico, televisivo, publicitario y el campo de la moda en interrelación con los mismos, vierten sobre las audiencias, haciéndolas cómplices no solo de las relaciones de poder que en ellas se dan, sino manteniendo en éstas los estereotipos sexistas que el campo de la moda aprovecha en su acumulación de poder y, en definitiva, entorpeciendo el camino hacia la igualdad entre las personas.




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